Emma: ¿Por qué me mientes?
Adèle -llorando-: No miento.Emma: ¿Por qué lloras?
Adèle -llorando-: No miento.Emma: ¿Por qué lloras?
Adèle: No lloro.
Crítica a la obra "La vida de Adele", de Abdellatif Keniche, para segundo año de Periodismo General en TEA.
La obra de Abdellatif Keniche tiene tanto potencial como escenas
demás. Con una dirección de fotografía y un guión muy interesantes presenta el
amor obsesivo entre Adèle
(Adèle Exarchopoulos) y Emma (Léa Seydoux),
la muchacha de pelo azul, con el típico estilo del cine francés: primeros
planos y relaciones fallidas.
A la película ganadora de
la Palma de Oro en la última edición de Cannes y del Premio Fipresci de la
Crítica a la Mejor Película 2013 hay que tenerle mucha paciencia desde el
principio. Tal y como la primera escena describe, mientras Adèle corre a la
estación de tren, el filme retrata la cotidianeidad de una joven que se
cuestiona su sexualidad e intenta lograr que el espectador ría, llore y se
identifique profundamente con la protagonista en su búsqueda de quien es. Pero
la cámara persiguiéndola en cada pasillo recorrido provoca el efecto contrario
esperado por el director: la cantidad de secuencias de la vida de la diaria de Exarchopoulos
resulta exagerada y hasta aburrida.
La película está dividida en dos: la primera
parte, donde la protagonista persigue y encuentra al objeto de su pasión, y la
segunda donde la relación va flaqueando hasta su dramático final.
Las actuaciones, el
realismo de las escenas de sexo y las metáforas bien pensadas son lo mejor de la
creación de Keniche, como las apariciones en escena de objetos azules antes de
la de Emma o el paralelismo entre cómo las personas comen y se relacionan
sexualmente (como en el excelente cuadro de los invitados de Emma comiendo
pasta en el jardín). La vida de Adèle es una historia del amor joven y el
crecimiento de sus personajes, con las oscilaciones entre madurez e inmadurez
que éste conlleva, que podría haber sido contada en menos de tres horas.