"Sólo puede ser considerado un ser humano aquel que estuviera dispuesto a arriesgar su vida animal por algo más que su propia subsistencia. Un sujeto es alguien capaz de morir por algo tan abstracto como un ideal"
-Hegel

sábado, 6 de junio de 2015

Impunidad y sombrillas amarillas

El incendio en Iron Mountain en el que murieron nueve bomberos y un rescatista fue intencional, según el peritaje realizado por la Policía Federal, que encontró rastros de “sustancias combustibles” y elementos que “no se correspondían” con el equipamiento del depósito del barrio porteño de Barracas.
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La Fiscalía Nacional en lo Criminal de Instrucción N°37, a cargo de Marcela Sánchez, determinó que el incendio ocurrido el 5 de febrero de 2014 “fue intencional ya que también se encontraron restos de conductores y transformadores de energía, que no se correspondían con partes de equipos del lugar”.
El inspector que había pedido la clausura del galpón de Barracas, en 2008, Edgardo Castro, es concluyente en sus afirmaciones: “Para quemar media manzana en 10 minutos o menos, no hay otra forma que no haya sido intencional, hubo” cuatro o seis focos provocados por un especialista que sabía lo que estaba haciendo”.
El 5 de febrero del 2014, cuando el incendio había tomado la totalidad del depósito de documentación, diez bomberos y rescatistas esperaban poder ingresar por una de las entradas, pero el portón estaba herméticamente cerrado. Mientras evaluaban la situación, una gigantesca pared de más de diez metros de alto se derrumbó sobre la vereda y acabó con la vida del comisario inspector Leonardo Day; de la subinspectora Anahí Garnica; de los cabos primero Eduardo Adrián Conesa y Damián Véliz; de los agentes bomberos Maximiliano Martínez y Juan Matías Monticelli; de José Luis Méndez Araujo del Cuartel de Bomberos Voluntarios de Villa Domínico.
También de Sebastián Campos y Facundo Ambrosi del Cuartel de Bomberos Voluntarios de Vuelta de Rocha, y del rescatista Pedro Báricolo de Defensa Civil del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Según los testimonios y pruebas acumuladas, los responsables directos de la falta de control a este depósito y sus consecuencias, son el ministro de Desarrollo Económico de la Ciudad de Buenos Aires, Francisco Cabrera, y su subsecretario de Trabajo, Industria y Comercio, Ezequiel Sabor, denunciados por encubrir las irregularidades de Iron Mountain y otras empresas a las que no se inspeccionaba.
Sin embargo la fiscal Marcela Sánchez a un año y medio de estas muertes, no ha citado a declarar a ningún funcionario del Gobierno de la Ciudad.
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La documentación que había en Iron Mountain

El auditor general de la Ciudad de Buenos Aires, Eduardo Epszteyn sostuvo en declaraciones públicas que el banco HSBC, denunciado por fuga de divisas y cuentas no declaradas en Suiza, era uno de los principales clientes de Iron Mountain.
Reforzando la pericia que determinó que el incendio fue intencional, el funcionario recordó que no es la primera vez que esta empresa está involucrada en este tipo de hechos: “en otras parte del mundo y siempre de manera intencional se produjeron incendios: en los Estados Unidos en New Jersey tres veces, en Italia, en Ottawa y en Londres, donde desapareció documentación de empresas”.
El Auditor denunció también, la relación de Iron Mountain con el gobierno porteño sugiriendo una activa complicidad: “Es una empresa que fue la nave insignia del marketing político del macrismo en lo que tuvo que ver con el lanzamiento del polo tecnológico en Parque Patricios”.
Otra imputación grave la realizó el legislador porteño Fernando Muñoz, quien afirmó que todo el Ejecutivo de la Ciudad guardaron un silencio irresponsable sobre el incendio de Iron Mountain y afirmó que el ministro de Desarrollo Económico, Francisco Cabrera antes de ser funcionario, fue un alto directivo del banco HSBC, que depositaba sus documentos secretos en esta empresa. Recordamos que este banco esta denunciado por la AFIP y la Procuración como agente de lavado de dinero ilegal.
Otro funcionario que se expresó sobre este terrible caso fue el secretario de Seguridad de la Nación, Sergio Berni: “no tenemos ninguna definición por parte de la justicia, esperemos que por más lentos que sean sus tiempos, sean justos, hemos perdido la vida de nuestros efectivos de la Policía Federal que no dudaron un instante en entregar su vida para sofocar el incendio de la empresa Iron Mountain”.
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Iron Mountain y talleres clandestinos
¿Corrupción e impunidad?

Edgardo Castro, el inspector de trabajo de la ciudad que había criticado públicamente a la Subsecretaría de Trabajo porteña -específicamente a su titular, Ezequiel Sabor- y al director General de Protección del Trabajo, Fernando Macchi, declaró que denunciará judicialmente a Macchi por encubrimiento e incumplimiento de los deberes de funcionario público.
A un mes del incendio del taller textil clandestino en Páez 2796, en el barrio de Flores, donde dos niños de siete y diez años murieron carbonizados, el inspector remarcó la responsabilidad de las autoridades del Gobierno de la Ciudad, quienes ya habían sido avisados en más de una ocasión de la existencia del taller.
Allí se confeccionaban prendas para marcas internacionales y uniformes para colegios privados. Una de las marcas relacionadas por el mismo Castro es Awada, propiedad de Juliana Awada, esposa de Macri.
“Si queres combatir el taller clandestino hay que investigar las marcas”, declarò Castro, quien también denunció las irregularidades en el depósito de Iron Montain tres años antes de que se produjera el incendio que provocó la muerte de los diez bomberos.
La denuncia de Castro ampliará la ya realizada en septiembre por la ONG La Alameda, que había denunciado explotación laboral en el taller textil siniestrado y en otros veintinueve domicilios, ante la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas (Protex).
¿Por qué no fue cerrado el taller después de la denuncia de septiembre?
Por las mismas razones que no clausuraron el depósito de Barracas que no cumplía con las mínimas medidas de seguridad.
Castro contó que las autoridades del gobierno porteño actúan siempre de la misma forma:
Primero, el director general de Protección del Trabajo notifica a los empresarios que hay una denuncia en contra de su taller por trabajo esclavo.
Luego, el empresario avisado toma los recaudos necesarios para evitar una próxima inspección porque “cuando llegan inspectores o no les abren o los sacan corriendo”. El inspector agregó que “Se sienten poderosos y amparados porque están protegidos por el Gobierno de la Ciudad”.
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¿Existe un sistema de protección de las mafias?

Segùn Edgardo Castro, existe un sistema de protección donde Fernando Macchi “es el ejecutor” y protege a los empleadores y criticó al superior de Macchi, el subsecretario de Trabajo, Industria y Comercio, Ezequiel Sabor, señalando que “si se hubieran hecho 60.000 inspecciones como este funcionario declaró, no habría ni un taller clandestino“.
Se estima que la ciudad de Buenos Aires tiene tres mil talleres clandestinos. “O es un estúpido o un corrupto asociado a las mafias”, aseveró Castro.
El segundo incidente en Páez 2796, fue otro incendio, -diez días después del primero- con la intencionalidad de vaciar el contenido del taller y quemar pruebas. Al día siguiente, delegados y manifestantes de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA) y otras organizaciones sociales se movilizaron desde Diagonal Norte y Florida hasta la Subsecretaría de Trabajo para denunciar la falta de control y pedir la renuncia de Macchi.
Sobre el mismo tema, Castro referenció que en la época en que Aníbal Ibarra era jefe de gobierno, hubo un siniestro similar en un taller clandestino ubicado en la calle Luis Viale al 2100, en Villa Mitre, donde murieron seis personas. “La diferencia con Macri es que Ibarra denunció al director de Trabajo, Florencio “Pichi” Varela”, explicó Castro y explicitó que Fernando Macchi debería renunciar a su cargo por la cantidad de pruebas en su contra.
El dirigente ya había estado -junto a Ezequiel Sabor- en boca de los medios en 2012, cuando tres empleados de la Subsecretaría de Trabajo, -su propia repartición- sufrieron intoxicación por monóxido de carbono en las instalaciones de Bartolomé Mitre 575.
La Subsecretaría, que ostenta el poder de policía y está destinada a garantizar el cumplimiento de la Ley de Higiene y Seguridad en el Trabajo no disponía de: habilitación, aprobación del sistema contra incendio, requerimientos de protección, plan de evacuación presentado ante Defensa Civil o condiciones de seguridad para los ascensores y su respectiva documentación.
Sobre este punto, Castro había especificado los incumplimientos en diálogo con Noticias Urbanas: “Las instalaciones de gas y electricidad no están hechas como corresponde, el cableado eléctrico está a la vista, el ancho de escalera no es el reglamentario; no hay escalera de emergencia como tampoco de salida. En el edificio hay alto riesgo de incendio y claramente no se podría evacuar a un discapacitado motriz en las condiciones actuales”.
Aunque fue presentado un reclamo por parte de la Legislatura, el Gobierno de la Ciudad se defendió argumentando que “El edificio cumple con los sistemas de ventilaciones naturales y mecánicos correspondientes” aunque no se cuenta con documentación técnica de los sistemas”.
En esta sede aún funciona la Subsecretaría de Trabajo, Industria y Comercio -a cargo de Sabor-, la Dirección General de Empleo -a cargo de Ezequiel Jarvis- y la Dirección General de Protección del Trabajo -a cargo de Macchi.
La ciudadanía espera que la muerte de diez servidores públicos, entre policías y bomberos en el incendio del depósito de Iron Mountain y la muerte de los dos chicos en el taller clandestino de la calle Páez 2796 no queden impunes y que los funcionarios sigan en sus cargos como si nada hubiese pasado. Desde nuestro medio seguiremos insistiendo en este tema que nos parece de una gravedad insoslayable.
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En la última semana de mayo se han verificado inspecciones conjuntas a talleres clandestinos en el barrio de Villa Gral Mitre, Paternal y Flores de parte de funcionarios de AFIP y de la secretaria de trabajo de la ciudad. Hemos acompañado esta recorrida y en varios de los talleres denunciados, sus dueños no abrían las puertas.
En el caso de uno ubicado en Gavilan al 1400, consultados los funcionarios, declararon que se trataba de un taller chico, manejado por una familia boliviana y que no representaba ningún peligro, dando a entender que no se tomarían mayores recaudos para esa situación. Ante la pregunta del peligro que representaba para las casas lindantes un eventual incendio por las telas acumuladas en el lugar o si investigarían para que marca trabajaba ese taller clandestino, no hubo ninguna respuesta.
La lógica de la pregunta fue: esta gente produce pero no es que salen a la plaza a vender dos o tres prendas, sino que producen para alguien y ese alguien debería ser investigado y puesto a cumplir las obligaciones de la ley, como cumplen los ciudadanos argentinos. Luego los inspectores se trasladaron a otro taller, en gavilán 1575, que se incendió dos meses atrás, pero nadie abrió la puerta y lo mismo sucedió en los talleres denunciados por los vecinos, ubicados sobre Boyacá al 1500.

Publicada en El Adán de Buenos Ayres, impreso y online:
http://eladanbuenosayres.com.ar/?p=2470

Veneno para consumo humano

“Las semillas no constituyen únicamente la fuente de futuras plantas y alimentos: son el lugar donde se almacenan la cultura y la historia”
Vandana Shiva
“La contaminación que sale de los cultivos de transgénicos es imposible de controlar y la ganancia que le genera a las empresas es exponencial”, afirmó Ariadna Tepper, directora y productora del documentalTransgénicos: su impacto en la sociedad, la salud y la economía.
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El mediometraje surgió a partir de la motivación de su autora para involucrarse en la alimentación a conciencia. A fines de 2012 comenzó la filmación que recorrió Córdoba, Jujuy, Tucumán y Buenos Aires en búsqueda de testimonios. Además, Tepper entrevistó a profesionales de Brasil, Cuba y Ecuador.
Con el apoyo del CPAQ -Centro de Producción Audiovisual del Municipio de Quilmes-, donde la camarógrafa se desarrolla como realizadora audiovisual, Transgénicos fue presentado en el Centro Cultural Casa Presa del barrio de Villa Urquiza en abril de 2014.
Además, fue proyectado en la cuarta edición del FICIP –Festival Internacional de Cine Político-, el Centro Cultural Dinamo, la escuela de botánica M. Hicken y la Universidad de General Sarmiento.
La investigación puso foco en la oferta alimentaria del mercado y sus técnicas de agricultura orientadas a los transgénicos y agrotóxicos. “Un transgénico es un ser vivo cuyo material genético ha sido modificado por el hombre introduciendo genes de otra especie, situación que no podría haberse dado naturalmente”, define el documental y sustenta que “Su uso se atribuye a un modelo de desarrollo de la agricultura industrial basada en el sistema de monocultivo y en la concentración de tierra y renta”.
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Jorge Kaczewer, médico neuralterapeuta del Instituto Argentino de Terapia Neural aseguró que: “Los efectos en el ser humano que envuelven a esta moderna implementación están relacionados a la infertilidad, trastornos inmunológicos, asma, alergia, inflamaciones, envejecimiento acelerado, trastornos en la regulación de insulina, cambios en los órganos gastrointestinales y un altísimo y creciente índice de mortalidad por cáncer”. Esto es sin contar el número de malformaciones en niños nacidos en las zonas cercanas a las plantaciones, ni las toxinas en la leche lactante de las madres que consumen estos alimentos.
Como es explicado en Transgénicos, el uso masivo del sistema de monocultivo de soja en Argentina también trae costos considerablemente altos. “El daño que le produce a la tierra es atroz y para volver a cultivarla tienen que pasar muchos años”, dijo la realizadora. Sobre el mismo punto, Ignacio Mayorga, ingeniero agrónomo de la Universidad de Buenos Aires, informó que la restricción de la biodiversidad de la tierra empobrece sistemáticamente el suelo en los nutrientes en que la soja es muy hábil de captar.
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Las semillas son más que semillas

Argentina es el tercer productor mundial de soja y para ello tuvo que extender la frontera agropecuaria y ampliar su superficie. “Esto trae consecuencias como el desplazamiento del campesinado que se mueve a villas de emergencia”, declaró Hernán Cuyaubé, Licenciado en Economía Ecológica de la Universidad Nacional de Córdoba.
Sin embargo, esa no es la única complicación que estas modernizaciones producen al campesinado. También es víctima de una expropiación cultural porque, como sostuvo Tepper, “las semillas se transmiten de generación en generación y tienen propiedad de patrimonio cultural colectivo”.
Por otro lado, el control de las semillas ha sido la fuente de trabajo de los pueblos desde los inicios de la humanidad y la perdida de esta herencia constituye un alto perjuicio a su economía. Así lo resumió Etelvina Mascioli, portavoz del Movimiento de los trabajadores rurales Sin Tierra de Brasil: “La pérdida de nuestras semillas es la pérdida de nuestros territorios”.
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Por este motivo, algunos agricultores tuvieron que buscar una alternativa a los paquetes tecnológicos y agroquímicos que planteaban una dependencia cada vez mayor y se organizaron para hacer ferias. “Estos espacios logran que la gente se encuentre directamente con los productores de semillas sin la mediación de ninguna empresa”, dijo la realizadora.
María del Carmen Barroso, representante de la Asociación Nacional de Agricultores pequeños de Cuba, atestiguó para Transgénicos sobre el Movimiento Agroecológico de campesino a campesino. La práctica funciona con el apoyo del estado para que las semillas se conserven de cosecha en cosecha como también para que los agricultores intercambien conocimientos entre sí.
En el documental, Luis Andrango Cadena, representante del FENOCIN –Confederación nacional de Organizaciones Campesinas, Indígenas y Negras de Ecuador– definió que “Cuando uno se alimenta, está tomando la decisión política de a quien favorecer: los sectores campesinos o las grandes empresas trasnacionales que no ven la alimentación como un derecho, sino como una mercancía”.
“Las semillas vienen con pesticidas dentro y eso es legal”, manifestó Tepper. “Pero un campesino que quiere plantar sus propias semillas no puede porque no entra en el marco de la ley”, subrayó en referencia a la Ley de Semillas Transgénicas. Sobre esta problemática, Cuyaubé cuestionó: “El progreso material que mata y envenena, ¿es progreso? Deberemos preguntarnos si priorizar ese concepto o el del buen vivir”.



Publicado en El Adán de Buenos Ayres, impreso y online:
http://eladanbuenosayres.com.ar/?p=2282

Soldado Argentino sólo conocido por Dios

A Gustavo “Fatiga” Giménez la muerte le caminó a la par durante sesenta y cinco días. Tenía dieciocho años cuando lo dispusieron soldado conscripto clase sesenta y dos, a partir del desembarco argentino en las islas del 2 de abril de 1982. Ese día comenzó el conflicto bélico que finalizó el 14 de junio con la rendición argentina. 
En el cementerio de Darwin, en Malvinas, yacen 238 combatientes argentinos víctimas de la guerra. 123 cuerpos no fueron identificados y descansan bajo la lápida grabada con el epitafio “Soldado argentino sólo conocido por Dios”.
Gustavo hubiera sido uno de ellos porque no tenía chapa identificatoria ni arma que funcionara. Esta es una de las tantas incongruencias sobre la guerra que dejó un vacío en el corazón de todos los que participaron.
Gustavo Gimenez
-¿Cómo viviste aquel 2 de abril?
Lo recuerdo muy bien porque ese mismo día me di cuenta que iba a viajar. Estaba cursando quinto año en el colegio Nacional Mariano Moreno de la localidad de Moreno. Ya había perdido un año de cursada por la colimba (argentilicio que significaba corre, limpia y baila, para graficar el Servicio Militar Obligatorio vigente en esos años).
Al empezar la colimba me hice amigo de un teniente primero y llegue al acuerdo de anotarme en el secundario e ir al cuartel únicamente el fin de semana.
El viernes 2 de abril estábamos los alumnos en formación para escuchar el himno y todos festejaron cuando el director anunció con bombos y platillos, la recuperación de las Islas Malvinas. En ese momento, cerré los ojos fuerte. Sabía lo que me esperaba.
Al día siguiente me vinieron a buscar a las cuatro de la mañana para que me presente en el Regimiento de Infantería Mecánica N°3 en La Tablada.
-¿Cómo transcurrieron los días anteriores a viajar?
Durante la primera semana en el regimiento me escapé todas las noches. Pensaba alguna excusa, generalmente comprar cigarrillos para el Teniente, salía y regresaba a la madrugada. Sabía que me quedaba cada vez menos para disfrutar de mi hogar y mi familia.
El 10 de abril me incluyeron en la lista de los que íbamos a Malvinas. Partimos a El Palomar, de ahí en un Boeing 707 de carga volamos a Río Gallegos y el lunes 12 de abril, llegamos al aeropuerto de Stanley a bordo de un Foker F27 de la II Guerra Mundial. Nuestro destino fueron las colinas de Sapper Hill, cerca del pueblo y detrás de la casa del gobernador.
Lo que más me acuerdo es el frío. La ropa que teníamos no era la adecuada y no teníamos suficiente comida.
malvinas-1493836h430-¿Cómo se las arreglaron para comer?
Una sola vez al día podíamos ir a buscar comida a otro regimiento. Caminábamos 1500 metros y traíamos una sopa extraña y sin sabor en cilindros metálicos sin tapa. Por el trayecto y el frío llegaba congelada y era poca para el grupo.
A los pocos días, empezamos a escaparnos a buscar comida. Recuerdo una manzana verde que encontré cerca de un basurero y de una casa cercana que fue abandonada y fuimos a saquear. Allí encontramos un pollo que cocinamos junto a una cebolla que teníamos hacía algunos días. Así fue como perdí 15 kilos sin más régimen que el hambre.
-¿Cuándo sucedió el primer ataque inglés?
El 29 de abril por la noche empezó el primer cañoneo naval inglés. Vimos junto a mis compañeros el reflejo de las explosiones, seguidas por el ruido y el impacto de las bombas . Tiraban tandas de cinco o seis bombas y paraban para corregir el tiro. Le apuntaban a un radar argentino que estaba arriba del Monte Sapper Hill.
A los soldados nos aseguraron que el radar se había salvado, pero al final de la guerra vi que estaba completamente destruido. Después de esa acción inglesa, el primero de mayo atacaron el aeropuerto de Stanley.
Aparte del frío, del hambre y las mentiras, también esperábamos morir por el combate con los ingleses. En mi caso, sin poder defenderme. Mi armamento consistía en una PAM 3 de la II Guerra Mundial -con balas de 9 mm de corto alcance- que no funcionaba porque cuando la intenté limpiar un resorte salió volando.
Pasé los 65 días de guerra en un pozo de zorro de no más de un metro que cavamos con el soldado Battaglia, mi compañero. El agua empezaba a brotar del piso pasando esa profundidad, así que lo acondicionamos como pudimos con alguna madera de base. La bolsa de dormir y una frazada eran nuestra única protección ante el frío que te rajaba los huesos.
-¿Cambió tu concepción de la muerte haber sobrevivido la guerra?
Ahora me la tomo con humor. La siento como un tema cotidiano y hago chistes. Pero me trastorna pensar que mis hijos se pueden morir antes que yo. Me pongo en el lugar de mi viejo pensando durante dos meses y medio que su hijo se podía morir o que ya estaba muerto en vida. Fue al que más le afectó mi participación en la guerra. Murió muy joven, a los sesenta años. Magnifico ese miedo y quizás por eso sobreprotejo a mis hijos demasiado.
-¿Cómo fue el regreso a casa?
Después de rendirnos el 14 de junio, acampamos durante cuatro días antes de pegar la vuelta. Caminamos a Stanley mientras aguardábamos a embarcar, descubrimos un depósito lleno de víveres que no se habían llegado a repartir. Había de todo, whisky, Cinzano y Gancia. Encontré una caja de cigarrillos Marlboro y una lata de dulce de batata que comí hasta vomitar del atracón.
Prendimos unas velas para iluminar que se cayeron al piso cuando salimos y provocaron un incendio descomunal que casi incendió todo Stanley.
placa-soldado-argentinoDespués subimos a un pequeño barco custodiado por ingleses, ahí nos enteramos de todas las mentiras que nos habían dicho nuestros generales. Por ejemplo, que el barco Camberra no había sido hundido, sino que era el que nos iba a trasladar a casa. Ahí los militares ingleses nos trataron muy bien, nos preguntaron si teníamos algún problema de salud y hasta nos administraron medicinas. Incluso, estuvimos en contacto con los soldados ingleses. Uno de ellos me pidió mi reloj Tressa como souvenir y se lo cambié por el mismo paquete de cigarrillos Marlboro que me habían quitado antes de subir al barco.
-¿Qué cambio notaste en vos mismo cuando volviste a tu casa?
Lo que más noté -como también lo que más me dolió- fue que nunca pude volver a ser adolescente. Ni siquiera quería volver al colegio. No quería escuchar a una profesora hablarme de geografía ni historia. Había venido de una guerra, de morirme de frío y hambre. Vas a matar a alguien, que es el peor sentimiento. Y el mejor es el compañerismo.
A los veinte tenía la madurez cerebral de un tipo de cincuenta, volví como un viejito de veinte años.
-La primera vez que volviste a las islas ¿Cómo viste la diferencia entre el pibe que se fue y el hombre que volvió?
Volví en 2010, después de meditarlo muchísimo. Más que nada por una cuestión de plata, porque es carísimo Malvinas. Decidí ir ese año porque los días coincidían con las fechas de 1982. Me acompañó mi mujer, quien se bancó veintiocho años a un ex combatiente -esa es otra guerra-.
Cuando llegue lo que más me llamó la atención fue que en el taxi el volante estaba a la derecha. Me sentí abruptamente en Inglaterra. Llegamos al hotel y nos fuimos corriendo para el muelle. Tenía desesperación por ver el lugar donde había partido a mi casa veintiocho años antes. Me empecé a acordar de los soldados, de cómo nos subían a los barcos para volver. Era un bebé, un pendejo imberbe. Uno de mis hijos en ese momento tenía 18 años, y yo me imaginaba personificado en mi viejo y viendo a mi hijo volver de una guerra.
Al otro día lo primero que hice fue ir al campo donde se asentó mi regimiento. Me imaginé a mi hijo durmiendo en el pozo de zorro donde yo me refugiaba de la muerte. Desapareciendo del frío y el hambre. Me proyectaba en mi padre, que cuando fui a la guerra tenía cuarenta y nueve. Y yo tenía cuarenta y ocho en el 2010.
Después volví en el 2011 y en el 2013. Y todavía no puedo entender como hicimos para estar sesenta y cinco días ahí en el frío, cagados de hambre, esperando que nos maten. Las tres veces q fui a encontrar alguna explicación, pero cada vez entiendo menos. Me las rebusque para estar vivo. Pero no soy un héroe.

Muerte en primera persona


Las guerras no se ganan. Los que sobrevivimos quedamos muertos en vida. Y los que no, ni siquiera. Mi nombre es Gustavo y tengo 52 años. En la guerra sólo hay dos caminos a seguir: matar o morir. El arma que me dieron mis superiores no funcionaba, así que sólo me quedaba esperar a que algún par de ojos me mire por última vez. Caminé con las mismas medias mojadas durante 65 días a la par de la muerte. Incluso una tarde, me pasó por arriba de la cabeza.
En abril de 1982, estaba parado encima de una loma cuando escuché el ruido del primer avión. Todavía no había empezado oficialmente la guerra. El zumbido provocó una psicosis general. Yo sólo pensé en mi padre, sufriendo en casa. Por mí, por él. Por todos los pibes de veinte años que nos estábamos consumiendo del frío en un pozo de zorro, debajo de la tierra, esperando a la muerte. La tragedia no era esa, sino que no habíamos vivido ni un cuarto de nuestras vidas y ya rezábamos para que se termine. Así se iba a ir el frío y la incertidumbre de no saber como iba a terminar esta mierda.
Observé como un avión averiado descendía en mi dirección a doscientos metros. Las balas lo cruzaban y le hacían agujeros por todos lados. Era como un ferrocarril que bajaba en picada directo a mi nariz. No me moví. Quería que me partiera la cabeza al medio. Que me rebane las mismas tripas a las que no les quedaba fuerza para crujir de hambre. Que se muera conmigo la sensación de no saber cuándo iba a comer otra vez.
Pero no. El avión pasó quince metros por encima de mí y cayó en un arrollo a cien metros. El piloto no eyectó. Todos esperamos atentos a que un helicóptero o una lancha inglesa viniera a rescatar a sus tripulantes. Pero tampoco.
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El piloto se llamaba Gustavo Argentino García Cuerva y se murió esperando que su país lo rescate. El suyo fue el primer avión derribado en Puerto Argentino. Era de los nuestros. Hundido por nosotros.
La muerte del piloto argentino asesinado por argentinos me afectó considerablemente más porque el pendejo llevaba mi nombre. No quería estar ahí viendo llorar a mis compañeros por el avión que habíamos tirado.
Quería volver a quinto año del secundario y estar con mis amigos. No quería conocer a la muerte de tan pibe. Quería estar vivo un ratito más. Pero no.
La justicia no existe. Antes de conocer Malvinas suponía que las cosas sucedían según un extraño pero justo orden de las cosas. En que cada uno recibe lo que se merece y ya. Suponía que si estaba sacrificando mi juventud para servir al país, iban a darme de comer y a servir como a un soldado de la justicia. Pero no, tampoco. Ahí descubrí que las vidas de mierda son asignadas al azar por el dedo gordo y sano de los hijos de puta que manejan el mundo.
La mitad de los caídos en Malvinas lo hicieron en el crucero Belgrano. Se hundieron como una piedra en el mar. Seguro había más de un Gustavo ahí. Hice el servicio militar obligatorio en el Regimiento de Infantería de La Tablada. Por puro azar. Si en vez del ejército, me hubiera tocado luchar por la patria al servicio de los militares en el cielo o el agua, sería un fiambre. Uno sin nombre, porque no me dieron chapa identificatoria. Sería otro soldado argentino sólo conocido por Dios, como dictan las lápidas del cementerio de Darwin. Así descansan la mitad de los 237 compañeros que se quedaron debajo de la tierra de las islas.
El 14 de junio de 1982 volví de Malvinas -o capaz no, que se yo-. Lo que más me dolió fue perder la adolescencia. Esa sensación de tener el futuro agarrado tan fuerte que incluso te podes hacer el boludo, vivir el presente sabiendo que el futuro está entre las piernas de cualquier mina que te de bola. Porque eso es lo único que te importa.
Cuando volví quería era ser invisible para el resto de la humanidad. Para mis viejos, que querían imponerme el olvido como podían. Para mis compañeros de la escuela, que me daban palmadas en la espalda creyendo que era un héroe por haber matado a un inglés.
Para mí mismo, que no me daban los huevos para decirles que había estado metido en un pozo bajo la tierra 65 días. No pude matar a nadie.
Para el resto del país, que no paraba de hablar del mundial, de Maradona, de la crisis y de más mierda. Yo pensaba que, al volver, el dolor nos lo iba a sanar nuestra patria. Esa por la que estuvimos cagándonos de hambre y de frío, y ahora quería que escondiéramos la vergüenza de haber sido derrotados como ratas. Como zorros debajo de la tierra.
Pero no, tampoco.
Publicada en el diario El Adán de Buenos Ayres -Online e impreso-
http://eladanbuenosayres.com.ar/?p=2160

El reguetón bajo la lupa

“Queremos contar una historia donde el color o su ausencia nos ayuden a narrar y su contenido está basado en la degradación que hace el reguetón de la mujer”.
tip reggaet copiaEl dueño de esta afirmación es John Melo, diseñador visual de la Universidad Unipanamericana que, junto a su colega Ricardo Vargas y la fotógrafa de la Universidad Jorge Tadeo, Lineyl Ibañez, lanzaron la segunda parte de la campaña “Usa la razón, que la música no degrade tu condición“.
La campaña se lanzó el agosto pasado en Colombia a partir de la pregunta “¿Sientes lo que escuchas?” y con el reguetón en la mira, utilizaron fotografías que materializan algunas de las letras de los principales referentes del género, como Ñejo y Dálmata, Mr. Fox, Franco El Gorila y Jiggy Drama.
El proyecto nació a través de una clase, donde Melo y Alejandra Hernández -diseñadora visual que trabajó en la primera parte de la campaña- debían abarcar una problemática definida y realizar un trabajo que sirva como construcción sociocultural.
Este tema desemboca en problemas sociales graves, como embarazos no deseados y discriminación sexual, mientras que los medios de comunicación los promocionan“, aseguró Melo.
“Me inspira el hecho de que las mujeres son seres inteligentes y tienen el derecho de ser respetadas”, asevera Hernández apoyando la idea de su colega.
Hernadez afirma que como a veces es difícil identificar la violencia en las letras, es el deber de la campaña demostrar que el reguetón habla de la sensualidad de la mujer, pero de una forma vulgar y sexista.
“Si como sociedad se pretende la igualdad, es esencial no sólo el respeto físico, sino también moral y verbal. Si vamos a exigir que las mujeres no sean tratadas como un juguete sexual, es primordial saber qué consumimos y en este caso, qué escuchamos”.
El trabajo expone la frase “Si sigues en esa actitud, voy a violarte, así que no te pongas alsadita”, de la canción “Contra la pared”, por el rapero colombiano Jiggy Drama.
También pone en evidencia la parte de “Mujeres talentosas”, de Franco El Gorila –y otros intérpretes- que proclama “A ella le gusta le gusta el sushi pero de carne caliente”, representando la canción con una imagen de un hombre sosteniendo un plato entre sus piernas.
En las imágenes de la primera parte de la campañpieza definitivaa interpretaron letras de Daddy Yankee, Arcangel, Yaga & Mackie Ranks y Tego Calderón, entre otros. Como una de las canciones de Arcangel que dice “Si fueras un clavo y yo un martillo, quisiera clavarte”, encarnada en una mujer con su mano remachada a la pared.
Otra escenifica a una mujer con moretones abrazada a las piernas de un hombre, que amenaza con golpearla con un palo, por la canción de Yaga & Mackie Ranks que formula “En la cocina voy a darte tabla”.
En otra de las fotografías de la primera parte, un muchacho devora a una chica en su plato y expone la canción de Daddy Yankee que dicta “A ella le gusta que le den duro y se la coman”.
Estas expresiones se repiten constantes y pone en evidencia la razón de la campaña, porque son constructoras de un imaginario social con consecuencias concretas hacia la mujer, significada como un objeto.
Otro ejemplo de esta evidencia es el cantante conocido como “El Rey del reguetón”, que surgió en los boliches con la canción “Gasolina”.
Reconocido en 2006 por la prestigiosa revista estadounidense Time como una de las cien personas más influyentes del mundo, presentó el tema “La nueva y la ex” en 2013, que refiere a una disputa entre dos mujeres por él mismo.
En el videoclip, ambas caminan por una pasarela en ropa interior frente a Yankee, quien al final termina optando por una tercera mujer.
“La campaña genera imágenes de alto impacto para llegar a la gente y plantar una semilla de duda”, aclara Melo.
El ojo fotográfico, Ibañez, esclarece que “Muchas mujeres en su ignorancia y falta de oportunidades no saben que ciertas decisiones van en contra de sus propios derechos” y añade que “Cuando bailan y cantan una canción de esta musica son agredidas verbal y sexualmente”.
pieza definitivaEl reguetón, como lo escribe la Academia Puertorriqueña de la Lengua Española desde hace dos años, nació como género musical en Puerto Rico, derivado del Reggae jamaicano de los años setenta.
El término en sí comenzó acuñándose en el ámbito del Under, debido a que era distribuido de forma clandestina entre la juventud por el fuerte contenido de las letras.
Recibió influencias de diversos géneros como el Hip-Hop norteamericano, el Dancehall y otros ritmos procedentes de Puerto Rico.
Los primeros sonidos semejantes a los actuales surgieron en la discoteca puertorriqueña “The Noise” entre 1993 y 1994, donde Daddy Yankee, O.G. Black o Master Joe comenzaron sus carreras como cantantes.
Lineyl Ibañez puntualiza que las herramientas que tiene cualquier mujer son la lectura y la observación. Y que con esa combinación, se configura un perfil de empoderada que conoce sus derechos y entiende que “cada acción que realiza, la define”.
“La educación permitirá que las mujeres piensen en las niñas para que no sean objetos sexuales en el futuro”, y concluye:
“Es necesario un cambio de pensamiento y actitud en todas nosotras, que hemos permitido ser vendidas al mejor postor, ya sea el cantante de reguetón o la nueva marca de zapatos”.

Publicada en El Adán de Buenos Ayres
http://eladanbuenosayres.com.ar/?p=1992

lunes, 8 de diciembre de 2014

Desamparo Villero

Nota publicada en el Diario Publicable el 8 de noviembre: http://www.diariopublicable.com/sociedad/3180-desamparo-villero.html

URBANISMO

  El fin de semana del 1º de noviembre, cientos de personas que viven en villas, tradicionalmente construidas sobre terrenos inundables, no pudieron salir de sus casas debido a los estragos causados por las inundaciones. Ayer, en coincidencia con el Día del Urbanismo se llevó a cabo una conferencia de prensa brindada en el barrio Los Piletones de Villa Soldati. Con el fin de elevar una denuncia al Gobierno de la Ciudad por el desamparo a los vecinos afectados por la última inundación, el abogado ambientalista Jonatan Emanuel Baldiviezo, indicó: “Hace años que hay familias que viven con peligro de derrumbe en sus casas”.
  Una de las zonas más afectadas fue la de Los Piletones, una suerte de bandera del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires para demostrar su responsabilidad y compromiso social sobre las clases desfavorecidas.
  El barrio popularmente conocido gracias a la figura de Margarita Barrientos, creadora del “Comedor Los Piletones”, sufrió las consecuencias del temporal por el crecimiento del lago que lo atraviesa.
  Baldiviezo, abogado del Observatorio del Derecho a la Ciudad, encargado del seguimiento de políticas urbanas, declaró que desde “hace años que hay familias que viven sin acceso al agua corriente y con un constante peligro de derrumbe en sus casas”.
  Por este motivo, la Junta Vecinal de ese barrio realizó ayer una conferencia de prensa en su Centro Comunitario para denunciar la situación y exigir a las autoridades una serie de soluciones habitacionales definitivas.
  Antes de dar inicio al evento, que duró alrededor de 40 minutos, los organizadores propusieron un recorrido de una hora por todo el barrio para dar cuenta de las consecuencias de la inundación junto a vecinos, legisladores y referentes de otras organizaciones barriales, como la Villa 31 y Rodrigo Bueno.
  El abogado sostuvo que el Gobierno de la Ciudad “está desarrollando un plan de urbanización entregando boletos de compra y venta” pero que “sólo diez familias firmaron porque entienden que merecen una urbanización más integral”.
  “Organizamos reuniones participativas con los vecinos que quieran reclamar al Gobierno garantías para que los servicios públicos sean dados acorde a las necesidades especiales de cada familia”, aseveró.
  Rubén Pascolini, arquitecto y dirigente de la Secretaría Nacional de Acceso al Hábitat, la entidad creada el pasado 1º de octubre por la presidenta Cristina Kirchner para la urbanización de barrios informales, indicó que por parte del Gobierno Nacional las competencias en materia de asistencia en caso de emergencia, se derivaron a otros organismos.
  En ese sentido, destacó que los encargados de brindar estas asistencias son entes “más o menos especializados” que trabajan con el tema, pese a que su tarea sea “fundamentalmente acompañar los procesos de urbanización social” a partir de políticas democráticas “que incluyan la participación de la sociedad”.
  Por otra parte, el secretario dijo: “La secretaría trabaja en el acceso al suelo urbano, específicamente en la compra y producción y la regulación de tierras para familias que ocupen informalmente su parcela”.

  Quizás la mayor evidencia que aportó el cese de la inundación haya sido la desnudez a la que fueron sometidas las políticas del Gobierno Nacional y de la Ciudad a la hora de resolver las consecuencias de las lluvias en los barrios más desfavorecidos.

De baldío a barrio de excelencia

El Diccionario Arquitectura en Argentina puntualiza a Puerto Madero como “la construcción de un ghetto para ricos” y “una imagen urbana perfecta para los nuevos ideales de los poderosos de los noventa”. Sin embargo, la historia del puerto con un gigantesco potencial turístico resguarda un área de 170 hectáreas que permaneció desactivada durante los primeros años del siglo XX.
   Se terminó de construir en 1897 con el objetivo de conectar Europa y Argentina durante el auge del modelo agroexportador. Pero, diez años después, el tráfico de mercancías y el incremento en los movimientos de pasajeros lo superó en capacidad. En 1928, la apertura del Puerto Nuevo, en la zona de Retiro, terminó de opacarlo. Así pasó a ser una de las zonas más deterioradas de la ciudad, con sus depósitos abandonados y enormes terrenos baldíos.  
   El 23 de noviembre de 1989 el Presidente de la Nación, Carlos Saul Menem, decretó su urbanización. Nació la Corporación Antiguo Puerto Madero (CAPM), sociedad constituida por el Estado y la municipalidad de la ciudad de Buenos Aires.
   Como explica el artículo -ganador del Concurso de investigación histórica de la revista Todo es Historia- Vivir en el Puerto Madero, por Franco Gonzalo Montesino, el patrimonio de la corporación se integró por las tierras aportadas por el estado y la realización del plan de urbanización, por parte de la municipalidad.
   “Puerto Madero es la obra más grande con vistas al tercer milenio y será un barrio de excelencia, acorde con los requerimientos del hombre de nuestra sociedad”, definió Favid Jorge Casas, presidente de la CAPM, en la inauguración oficial del barrio.
   A principios del año 2000 nació la Asociación de Vecinos del barrio, una iniciativa para tratar diversas problemáticas, principalmente vinculadas a los residuos de los restaurantes del sector.
   Las primeras construcciones comenzaron en el sector oeste y ya en el Censo de 2001 se constataron 400 residentes estables. Hacia 2005, existía una población de 5600 personas y en 2008 ascendió a 8000.
   La totalidad de las calles rinden culto a las mujeres argentinas desde 1995. A este reconocimiento se le sumó, tres años más tarde, la creación del Puente de la Mujer y el parque Mujeres Argentinas.

   “Lo primero que me llamó la atención del puerto fueron los bares y restaurantes” asintió Sebastian Palasser (34 años), turista austríaco que vive desde hace cuatro meses sobre la avenida Ingeniero Huergo. “Estaba enterado de que eran un clásico gastronómico porteño, pero me encantó la gente y el ritmo que viven”, agregó. Y concluyó que: “Acá las noches permiten a la juventud salir y reunirse a conversar del presente y más aún del futuro”.

Corazón de madera en la Legislatura

La visita guiada a la Biblioteca Pública Esteban Echeverría es una de las más pedidas por los turistas que llegan a la Legislatura Porteña. Junto al Salón Dorado, son parte fundamental de la excursión que dirige desde hace cuatro años Martín de Sousa Tomé, licenciado en asistencia social y psicología de la Universidad de Chicago, Estados Unidos.
   “Son muchos los visitantes de la Legislatura que se van maravillados con la biblioteca”, declara. El atractivo de la arquitectura renacentista francesa convoca a más de doscientos turistas por semana. Además, Tomé asegura que la parte más solicitada es la biblioteca tesoro. Se trata de 2200 volúmenes pertenecientes a colecciones antiguas, ubicada en la sala de lectura silenciosa y en permanente proceso de digitalización. El requisito para que los libros ingresen a esta área es que tengan, por lo menos, cien años de antigüedad.
   Sitiada en la planta principal del palacio desde 1936, atesora dos plantas revestidas en boiserie de nogal de Italia, fabricado en los talleres de ebanistas de la ilustre familia Tarris. Además, Gabriel Tarris, uno de los referentes más importantes, colaboró con la arquitectura de algunos de los salones de la Legislatura. Envuelta por estanterías expuestas al público, la biblioteca Esteban Echeverría resguarda más de 36.000 ejemplares de orientación jurídico-legislativa. Coronada por dos arañas de bronce que pesan más de mil quinientos kilogramos cada una, posee una importante bibliografía sobre la historia de la Ciudad de Buenos Aires.
   En el centro de la misma, el óleo Salida del Teatro, obra del pintor Román Ribera, descansa sobre una chimenea de hierro forjado. El cuadro fue un regalo de la Infanta Isabel de Borbón con motivo de los cien años de la Revolución de Mayo. Dos grandes arañas de bronce y cristal francés iluminan la sala principal, diseñadas por el arquitecto Héctor Ayerza.

   “Los estadounidenses son los que más solicitan la visita”, afirma Tomé. “Después, les siguen los uruguayos y brasileros”, agrega. Explica que los turistas que menos vienen son los europeos porque no hay demasiado contacto entre su país y el departamento de Relaciones Internacionales de la Legislatura. Y asiente que: “En general todos son muy atentos en el paso por la biblioteca, se nota cuando el público está interesado. La simetría, los objetos de decoración, el techo y el diseño general les llama mucho la atención”.